En los últimos años son muchos los que han demonizado el chupete achacándole el hecho que algunos niños rechacen el pecho materno, de que cogieran una infección de oído detrás de otra y, sobre todo, de afectar a la salud bucodental de los pequeños condenándolos a usar ortodoncia.
Sin embargo, se han realizado diversos estudios que demuestran que, retirándolo a tiempo, es un instrumento muy útil, tanto para los niños como para sus padres.El chupete ayuda a los bebés a conciliar el sueño y a calmarse cuando lloran, reduce la incidencia de la muerte súbita y es menos perjudicial que el hábito de chuparse el dedo (o incluso la mano), o dormirse mientras toman el biberón durante la llamada fase oral, porque se producen menos deformidades, sobre todo si éste es anatómico. Otra cosa positiva del chupete es que les ayuda a estimular el efecto de succión, ya que, a veces, cuando son muy pequeños o prematuros no tienen fuerza suficiente para succionar y una forma de ayudarles es “haciendo gimnasia” con el chupete. Pero además, si se abandona antes de cumplir los dos años sus perjuicios sobre la dentición son reversibles.
Sin embargo, es verdad que al introducir el chupete y succionar de forma no nutritiva (el objetivo no es ingerir alimento) los dientes centrales inferiores se desvían paulatinamente hacia dentro, mientras que los que se encuentran en el mismo plano, pero en el maxilar superior, tienden a separarse y a sobresalir hacia fuera pudiendo originar esas estructuras faciales que suelen definirse como «dientes de conejo».
El uso excesivamente prolongado en el tiempo (más allá de los 24 meses) del chupete puede provocar que los caninos choquen entre sí y ambas filas de dientes no se cierren correctamente causando una maloclusión conocida como mordida abierta, es decir, que los dientes superiores se van hacia adelante, y los inferiores hacia atrás.
Además, la acción de succionar pone en funcionamiento una serie de músculos de la cara que, junto con la posición de la lengua, hacen que, finalmente las líneas superiores e inferiores pierdan su paralelismo causando mordida cruzada. Sin embargo, para que las malformaciones sean evidentes, es necesario ejercer una presión más o menos constante durante varias horas diarias. El uso permanente del chupete descoloca los dientes, pero vuelven a reubicarse unos meses después de interrumpir su utilización, si se retira antes de los dos años. El motivo es que, dejándolo antes de los 24 meses, no llegan a producirse malformaciones de la articulación temporomandibular ni deformaciones óseas significativas que modifiquen la arcada dental definitiva.
Hay que prestar atención al tamaño del chupete en relación a la boca del bebé, porque si no es adecuado potenciará que se puedan generar deformaciones.
Si se abandona antes de los 2 años los chupetes son beneficiosos. A esa edad, con todos los dientes de leche fuera, el chupete ya habrá cumplido su función de calmar y aliviar al niño. Retirarlo a una edad tardía, puede afectar a la colocación de los maxilares, deforma el paladar y la mandíbula.
Consejos para el buen uso del chupete
Estas son algunas de las recomendaciones respecto al uso del chupete para evitar daños en el desarrollo de la boca del bebé:
– Emplear el chupete como método para evitar la succión del dedo, que tiene unas secuelas más graves.
– Limitar el uso del chupete a los 18-24 meses de edad, ya que existe una fuerte asociación entre este hábito y la alteración en la posición de la lengua que puede dar lugar a maloclusiones o malas mordidas.
– No utilizar el chupete para retrasar una comida.
Si las maloclusiones no se corrigen de manera precoz (tanto las que se producen por malos hábitos, como las originadas por predisposición genética) el niño puede desarrollar una maloclusión más grave y más difícil de corregir (con mayor coste económico y biológico). Así, una mordida abierta provocada por un uso excesivamente prolongado del chupete podría evolucionar hacia una mordida abierta esquelética difícil de solucionar en la etapa adulta sin recurrir a la cirugía. Una mordida cruzada no corregida a tiempo puede desembocar en un crecimiento asimétrico de la cara.
Por ello la Sociedad Española de Ortodoncia (SEDO) recomienda llevar a todos los niños al cumplir los 6 años a que los revise un ortodoncista. A esa edad estaremos a tiempo de realizar un sencillo tratamiento de ortopedia dentofacial que puede evitar una operación de cirugía ortognática en la edad adulta.